La discusión está instalada: los que hablan más de una lengua ¿tienen un cerebro superior?
Los miro charlar animadamente en inglés en un rincón del living. Jóvenes latinos que mudaron hacia el idioma de su tierra actual, Miami, para comunicarse entre ellos. Esteban y Candelaria son hijos del “negro” Lisandro Albarracín (“no vas a decirme negro acá que la gente lo toma como un insulto”) y Graciela Escuredo, y están con sus respectivos novios en un pseudo “ghetto” dentro de su propia casa: hablan el idioma de Shakespeare a velocidad power. Sus padres entienden algo, pero no demasiado si lo hacen así, tan a prisa. Los adultos ya se quedaron con el español de raíz, el que los acompañó buena parte de sus vidas en la Argentina. Incursionan en el idioma anglosajón sólo cuando es necesario y sin demasiada pericia, según relatan.
Pero lo dos jóvenes se mueven bien con el español también. Pueden hablarlo con relativa fluidez; de hecho fue su idioma en la primera infancia, antes de que la familia decidiera emprender la aventura al norte del continente. Tanto es así que, cuando se dirigen a sus padres, lo hacen en este idioma.
Por: Lic. Martín Reynoso (es psicólogo y coordinador de Mindfulness en INECO).
En Miami esto es muy frecuente: muchos hijos que son “padres culturales” (no sólo idiomáticamente sino también en muchas costumbres) de sus propios padres. La inmigración es intensa, y la población latina enorme.
Pero no es esto lo que nos convoca ahora. En realidad, la gran pregunta que me surge (y que en el mundo científico emerge) es si estos chicos y las personas bilingües en general tienen mayor desarrollo cognitivo, un cerebro más estimulado a partir de esta “bidireccionalidad idiomática” que pueden emprender.
¿Es fácil ser bilingüe?
Yo pensaba que no, pero parece que sí. Al menos, en la acepción que tiene ahora el término, según me instruye Adolfo García, Director Científico del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias, perteneciente al INCyT e INECO. Adolfo se dedica a estudiar el impacto del bilingüismo en el cerebro, y comenzamos el intercambio aclarando este punto.
“Es un tema aún discutido en la literatura, pero el consenso actual es que califica como bilingüe toda persona que maneje dos lenguas o dialectos en cualquier nivel de competencia que le permita satisfacer sus objetivos comunicativos”, me dice. “O sea, basta con tener buen conocimiento o cierta fluidez. Aquello a lo que te referís con 'dominio total' (que era lo que yo fundamentaba como bilingüismo ) da cuenta de una proporción minúscula de las personas que conforman la vasta población bilingüe. Esa definición la daba Bloomfield en la década del 30 y ahora se ha tornado obsoleta”, me ilustra.
O sea que mientras podamos comunicarnos con cierta habilidad en contextos de habla extranjera, somos bilingües. Me pone contento, ¡yo lo soy!
Dos lenguas y un cerebro
Adolfo menciona que, según Gordon (2005), en el mundo habría unas 7000 lenguas. Y agrega que si el dato es fidedigno, la proporción de lenguas a países sería de 35 a 1. Entonces, en tal nivel de coexistencia de lenguas, no es extraño suponer que muchas personas son bilingües, y que por ello no es un fenómeno especial en la actualidad.
Pero, ¿qué sabemos sobre los cambios que produce el bilingüismo en el cerebro? Los bilingües: ¿llevan ventaja?
En relación a esto, hubo una primera etapa investigativa muy optimista donde se creía que había funciones ejecutivas que parecían verse fortalecidas por el bilingüismo. Las habilidades sospechadas de mejoría eran la memoria de corto plazo, planificación, atención selectiva, flexibilidad e inhibición de conductas.
En ese momento se reportaba que en Escocia el sistema educativo había incorporado una segunda lengua a partir de los 4 años a raíz de distintos estudios, entre ellos uno de la Universidad de Edimburgo, el cual había encontrado que las personas que hablan dos o más idiomas, incluso aquellos que adquirieron la segunda lengua en la edad adulta, pueden retrasar el deterioro cognitivo propio del envejecimiento.
Pero como la ciencia es un campo abierto sujeto a críticas y nuevos descubrimientos, “los últimos papers son más críticos y más cuidadosos en cuanto a los beneficios del bilingüismo”, según Adolfo. Se está examinando con cuidado todo lo afirmado en un principio y estamos a la espera de estudios más rigurosos para obtener evidencia más confiable.
De hecho, en un trabajo reciente del que participaron el mencionado profesional y Agustín Ibáñez (Director del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional e Investigador del CONICET),la evidencia actual sobre los efectos del bilingüismo es inconsistente y presenta numerosas limitaciones metodológicas y teóricas.
Desde su trabajo de coordinación de una investigación que compara las funciones cognitivas en traductores, intérpretes simultáneos y personas bilingües, Adolfo aclara: “se podría decir que ALGUNAS FORMAS de bilingüismo parecen asociarse con ventajas en CIERTAS funciones ejecutivas (las mencionadas) y con mayor reserva cognitiva (que es una medida de la capacidad de funcionamiento del cerebro ante el envejecimiento o el daño neurológico)”.
Inclusive, Jon Andoni Duñaveitia y Manuel Carreiras, reconocidos investigadores en el área, cuestionan ciertos datos, como que el bilingüismo temprano es mejor que el tardío. Por el contrario, parece que incorporar la lengua nueva más adelante en nuestras vidas podría ser más beneficioso y estimularía más nuestra cognición.
Por lo tanto, podemos ser optimistas, pero mantener los pies en la tierra y no sobregeneralizar los descubrimientos.
Igualmente, no estaría mal que te anotes en un próximo curso de lengua extranjera para estimular tu cerebro y de paso tener una herramienta valiosa para comunicarte en algún viaje por el mundo.
Fuente: clarin.com
Adolfo M. García es Traductor Técnico-Científico (MdPCC), Profesor de Inglés (UNMdP) y Doctor en Letras (UNCuyo). Su principal tema de investigación es la base neurocognitiva del bilingüismo y la traducción. Desde abril de 2014 se desempeña como Becario Posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET) en el LPEN. Como extensión de los hallazgos de su tesis doctoral, estudia aspectos psicolingüísticos y neurofisiológicos del procesamiento léxico-semántico en bilingües.