Hallan fósiles de una nueva especie de titanosaurio que vivió a fines del Cretácico en la región de Atacama - NeuroMente

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Septiembre 2024
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Hallan fósiles de una nueva especie de titanosaurio que vivió a fines del Cretácico en la región de Atacama

Un investigador del CONICET participó del descubrimiento en el país transandino.

Arackar licanantay es el nombre científico de la nueva especie de titanosaurio hallada en el desierto de Atacama, al norte de Chile. El animal es el segundo de este tipo encontrado en el país trasandino y brinda nueva información sobre la evolución de este grupo. El estudio fue publicado en la revista Cretaceous Research.
En el equipo de investigación participó el argentino Bernardo González Riga, investigador independiente del CONICET en el Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas (ICB, CONICET-UNCUYO) y director del Laboratorio y Museo de Dinosaurios de la Universidad Nacional de Cuyo.
“Los titanosaurios fueron herbívoros de largo cuello, cabeza pequeña y extremidades robustas. Eran animales de hábitos gregarios y ovíparos. La mayoría tenía tamaños grandes, pero algunos fueron literalmente ´gigantes entre gigantes´, alcanzando hasta setenta toneladas y treinta y tres metros de largo. Tal es el caso de los géneros argentinos Notocolossus, Argentinosaurus, Puertasaurus y Patagotitan”, relata el científico.
Si bien estos dinosaurios se extendieron por todos los continentes durante el periodo Cretácico, fueron particularmente abundantes en América del Sur, donde desarrollaron una gran diversidad de tamaños y formas. De unas ochenta especies que se conocen en el mundo, cincuenta y cinco proceden de nuestro continente. Hasta el momento, se han descubierto 41 especies en Argentina, 11 en Brasil, 1 en Ecuador y 2 en Chile, con el presente hallazgo. “Anatómicamente los titanosaurios poseen pies con cinco dedos, con una notable reducción de sus falanges, quedando tres garras curvadas. En contraste, las extremidades delanteras pierden sus falanges, de manera que los metatarsianos se orientan verticalmente formando una medialuna vertical, especialmente adaptada para soportar su peso”, detalla González Riga.
Los primeros huesos fósiles de Arackar licanantay fueron hallados en la década del noventa por el geólogo Carlos Arévalo, del Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile. Posteriormente, el paleontólogo David Rubilar-Rogers, del Museo Nacional de Historia Natural, lideró este estudio donde encontraron nuevos materiales fósiles.
El dinosaurio hallado, cuyo nombre significa “osamentas atacameñas” en Kunza (lengua del pueblo originario de la región), vivió a fines del Cretácico y habría tenido un largo de 6,2 metros. Los investigadores encontraron diferentes vértebras cervicales y dorsales, y huesos de las extremidades. Según el estudio se trataría de un sub-adulto ya que posiblemente los ejemplares mayores de la especie alcanzaran ocho metros de largo. “El tamaño relativamente pequeño de esta especie, también se registra en Argentina (Saltasaurus y Neuquensaurus) e implica que, hacia fines del Cretácico, muchas especies experimentaron una reducción de su tamaño corporal, hecho que requiere estudios evolutivos de detalle. Coincidentemente, los ecosistemas sufrieron grandes cambios, particularmente vinculados con las variaciones del nivel del mar”, destaca el científico.
El descubrimiento de este saurópodo amplía el conocimiento que se tiene sobre los titanosaurios del linaje Lithostrotia que se extinguieron a fines del Cretácico, hace 66 millones de años. Los estudios filogenéticos sitúan a Arackar cerca de Rapetosaurus de Madagascar e Isisaurus de la India.
González Riga es uno de los pocos expertos en dinosaurios saurópodos de Latinoamérica y su rol en el estudio fue fundamental para clasificar a la especie descubierta: “Un espíritu colaborativo es fundamental para el avance de la ciencia. Son pocos los especialistas en cada grupo de organismos fósiles o en cada especialidad y, por ello, debemos valorar el potencial humano que tiene Argentina. La experiencia de trabajar con colegas de otros países es extraordinaria y el aprendizaje siempre es mutuo. Por ello estoy siempre agradecido. El científico, por definición, nunca deja de aprender. Y ese trabajo se realiza con todos los valores del trabajo en equipo”, concluye el científico.
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